Demasiado blablá en la franquicia española

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En el corto período de seis años, el valido de Carlos IV, Manuel Godoy, obtuvo los siguientes empleos, honores, títulos y prebendas: Secretario de la Reina; Gentilhombre de Cámara; regidor perpetuo de Madrid, Santiago, Cádiz, Málaga y Écija; consejero de Estado; Superintendente General de Correos y Caminos; Primer Secretario de Estado y del Despacho; Inspector y Sargento Mayor del Real Cuerpo de Guardias de Corps; Capitán General de los Reales Ejércitos; Almirante de España e Indias (con tratamiento de Alteza); caballero comendador de la Orden de Santiago…

Esperen, esperen, que la cosa no se ha acabado. Protagonizó una larga y apasionada relación amorosa con la reina consorte, María Luisa de Parma, y el largo brazo de ésta había de notarse: Caballero de la gran cruz de la Orden de Cristo y de la religión de San Juan; Caballero de la gran cruz de la Orden de Carlos III; Caballero de la Orden del Toisón de Oro; Grande de España de primera clase; Señor del Soto de Roma y del Estado de Albalá; Duque de Alcudia, de Sueca y de Evoramonte, y Príncipe de la Paz y de Basano… En seis años. Todo un récord.

Esto de los honores, títulos y prebendas me recuerda un poco al mercado de la franquicia en España. Y digo bien, en España, porque no creo que exista otro país occidental y/o desarrollado, donde se permita que cualquier enseña «de chicha y nabo» se autoproclame Líder Indiscutible de su Sector, Concepto de Negocio que ha Descubierto el Mediterráneo, Oportunidad Sin Par para Emprendedores e Inversores, Negocio en el que se Recupera la Inversión antes del Segundo Año, etcétera. ¿Es que no hay ninguna autoridad competente que vigile este sector? Así pasa, que acaban recalando en él toda suerte de desahogados.

Por no mencionar la compra impune de premios –Mejor Franquicia de Tal o Franquicia Destacada en Cual–, en las ferias del sector o patrocinados por medios de comunicación que tienen muy poco que ver con el periodismo y mucho con el negocio de la publicidad. ¿Cómo es posible que se lleve un galardón de ningún tipo una franquicia que apenas llega a los tres años de vida, por mucho que haya abierto centenar y medio de unidades operativas en ese tiempo? Eso sólo demuestra tres cosas: primero, que la central se ha gastado el royalty de publicidad, que abonan a escote todos los miembros de la red, para pagar dicho premio; segundo, que ha sabido esconder bien cuántos de esos «cientoypico» establecimientos ha cerrado en esos tres años –que no se asuste nadie, pero la cifra puede superar el 25%–; y tercero, que han hecho bien haciéndose una foto con la placa dorada y presumiendo del galardón adquirido, porque oiga, a lo mejor en tres años han desaparecido.

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