La franquicia y otras formas de comercio asociado (1 de 2)

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Sin ningún género de dudas, la franquicia está, desde hace ya unos años, de moda entre los emprendedores españoles. Y no es de extrañar, pues presenta una serie de ventajas como sistema para introducirse en el siempre exigente y competitivo mundo del comercio. Ventajas que es preciso conocer, sobre todo respecto a otras formas de comercio asociado.

Pero pese a todo, la franquicia no deja de ser una fórmula más de comercio asociado, que convive con otras como el sucursalismo, las redes de agentes afectos, los concesionarios, las centrales de compras, etcétera.

En esta situación, conviene establecer las diferencias existentes entre todos estos sistemas –menores en número de lo que pudiera parecer, pero sustanciales–, para evitar malentendidos posteriores entre todos aquellos inversores que se involucren en ellos.

Porque, no son pocos los candidatos dispuestos a saltar a la arena de los negocios que, a la hora de repasar con más calma la documentación recogida durante las diferentes entrevistas mantenidas con los responsables de diversos conceptos, lamentan no haber anotado, en algún rincón de cada prospecto, si se trataba de una franquicia o bien de cualquier otro tipo de oportunidad de negocio.

Comercio asociado

No es la única forma de entrar, pero sí la más arropado. La franquicia es un sistema de cooperación entre empresarios diferentes, pero ligados por un contrato, en virtud del cual uno de ellos, el franquiciador, otorga a otros, los franquiciados, el derecho a usar, o mejor aún a explotar comercialmente una marca y/o una fórmula de hacer negocios, materializada en unos signos distintivos, a cambio de una serie de contraprestaciones económicas periódicas, asegurándoles al mismo tiempo el soporte técnico y los servicios regulares necesarios para facilitar dicha explotación.

Las fórmulas que se le ofrecen al emprendedor que decide lanzarse a la actividad empresarial son variadas, por lo que cada cual debe elegir con sabiduría cuál es la más adecuada para él. Porque el sistema de franquicia no es la única forma de entrar en el mundo del comercio o de los servicios, pero sí es la fórmula más fácil de identificar.

‘Made in franquicia’

Valgan tres pistas: el uso de una denominación o rótulo común, y una presentación uniforme de los locales y/o los medios de transporte objeto del contrato; la transmisión a los franquiciados, por parte del franquiciador, de un saber hacer propio e identificable, cuya validez haya sido contrastada en el mercado; así como la prestación continua de asistencia comercial o técnica durante la vigencia del acuerdo.

La franquicia está imponiéndose como forma de desarrollo empresarial, , incluso entre las multinacionales, pues la clásica estrategia de expansión de las grandes empresas entraña grandes inversiones, asunción de riesgos por parte de la matriz, contratación de personal y seguimiento de su actividad a distancia, y un crecimiento más lento.

Y lo está logrando gracias a sus ventajas: no precisa inversiones elevadas, pues éstas corren a cargo de terceros, esto es, los franquiciados; los trabajadores necesarios para atender los establecimientos no dependen laboralmente hablando de la central, con el alivio que ello supone; y por último, es una forma más rápida de expansión, no sólo a lo largo del territorio nacional, sino sobre todo en el exterior.

(continúa en la siguiente entrada del blog)

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