La franquicia como modelo de desarrollo para pymes (2 de 3)

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Lo prometido es deuda. Así pues, ahí va la segunda parte del post de julio, en el que prometía algunas consideraciones estratégico-metodológicas acerca de la franquicia como modelo de desarrollo para pymes.  Empecemos por los pros y los contras de la propia fórmula, partiendo de la hipótesis de que el modelo de franquicia es adecuado para el crecimiento de determinado tipo de empresas (modelo de negocio) contrastado como rentable.

Entre los ‘pros’ de la franquicia, como modelo de desarrollo para pymes, cabría destacar:

–    El proceso de creación de una franquicia debe de servir para reestructurar la empresa, analizar lo hecho y lo conseguido y lograr un modelo mejorado tanto para la matriz como para los futuros franquiciados: reflexionamos, analizamos, valoramos y nos ponemos al día, lo cual nos proporciona una ventaja competitiva evidente.
–    La unión hace la fuerza: podemos negociar con proveedores y con entidades con una solvencia y seguridad mucho mayor, obteniendo ventajas impensables con nuestros propios medios.
–    La red de franquicias que se cree puede llegar hasta donde seamos capaces, con lo cual el crecimiento puede ser incluso internacional; algo casi impensable para determinados tamaños de empresas.
–    Y lo más llamativo: el riesgo y la necesidad de inversión se reducen en un altísimo porcentaje, desde el momento en que no es necesario que el franquiciador haga la inversión en cada franquicia, si no que es el propio franquiciado el que lleva a cabo la misma. A cambio, por supuesto, de toda una serie de ventajas y apoyo que no tendría si lo hiciera solo. Es más, el modelo de franquicia, que requiere en cualquier caso una inversión, tiene un retorno bastante rápido si el sistema de concesión de franquicias funciona adecuadamente.

Sin embargo existen algunos ‘contras’:

–    No se va a ganar lo mismo que si la inversión fuese propia.
–    Hay que tener en cuenta el tiempo de dedicación que conlleva desarrollar una estructura de expansión y atención a la red de unidades franquiciadas, y los costes que esto implica.
–    Y es importante recordar que la red de franquicias, los franquiciados, no son empleados, sino empresarios a su vez autónomos, a los que es preciso dar servicio para que todo funcione como es debido, a cambio de una compensación en forma de ‘royalties’. Lo cual supone que todo debe estar bien normativizado, con procedimientos establecidos para cubrir cada supuesto; es decir, que se trata de un mundo no exento de complejidad.

Teniendo en cuenta estos pros y contras, podemos tomar una meditada decisión. Aunque yo personalmente recomiendo que, antes de tomar ninguna otra medida, se lleve a cabo el primer paso del método de trabajo que propongo para desarrollar con éxito una modelo de franquicia.

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