La franquicia y el efecto placebo

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El efecto placebo es la influencia benigna de un tratamiento que carece de valor médico. A veces, inyectar a una persona enferma agua salada o darle una pastilla de azúcar hace que se sienta mejor. Esto sucede sobre todo en afecciones diagnosticadas de modo subjetivo, como las migrañas, el dolor de espalda o la depresión. Con la franquicia sucede algo similar: algunos emprendedores, dispuestos a poner en marcha su propio negocio, están convencidos de que sólo por firmar con una enseña ya tienen el éxito asegurado. Y nada más lejos de la realidad.

El efecto placebo puede estar detrás de gran parte del valor terapéutico que atribuimos a las medicinas. En lo que se refiere a medicamentos para el dolor, este fenómeno se ha explicado al menos en parte como fruto de la química del cerebro. Cuando éste experimenta dolor, libera endorfinas (una sustancia química que actúa como la morfina de forma natural para paliar el malestar). Los estudios con imágenes cerebrales han demostrado que cuando una persona toma un placebo se le disparan las endorfinas. Neurológicamente, es como si se hubiera tomado un medicamento.

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Esas enseñas que mienten descaradamente en algunos portales de franquicia, «vendiendo» a los emprendedores que se van a hacer de oro sin mayor esfuerzo son las que ocasionan tanto daño al sector. ¿Por qué tiene el gran público esa mala opinión de las franquicias? Porque algunas enseñas ni siquiera forman a sus franquiciados –con la excusa de que así se ahorran una parte de la inversión (ver La bastarda relación entre Franquicia y ‘low-cost’ ).

También es cierto que cuando no tienes un saber hacer propio, ni tan siquiera unos tristes manuales que hayas «fusilado» a un competidor –ese de cuya cadena formaste parte como franquiciado…– ¿cómo vas a poder formar a nadie? Estás en el mundo de la franquicia para engañar, para cobrar cánones de entrada, y luego si te he visto no me acuerdo.

Tener prejuicios no es bueno

También existe el efecto nocebo, menos estudiado e igual de poderoso. A menudo, cuando al paciente se le dice que va a experimentar los efectos secundarios negativos de tomar un medicamento, los siente de verdad incluso aunque no haya razones médicas para ello.

En un estudio, se les proporcionó a varias personas pastillas de azúcar y se les dijo que en realidad eran píldoras para inducir el vómito. El 80% de ellas vomitaron. De igual forma, otra investigación concluyó que las mujeres que creen que van a morir de un ataque al corazón son cuatro veces más propicias a sufrir este destino que aquéllas con su mismo perfil médico pero a las que no preocupa tanto la cuestión. Creerse enfermo puede llevar a enfermar.

Esto es parecido a lo que le sucede a aquellos que tuvieron una mala experiencia con alguna franquicia «de medio pelo». Que cada vez que escuchan que un establecimiento al que entrarían de modo natural pertenece a una cadena tienden a pensar que todo va a estar mal: el producto que venda, el servicio que proporcione… Tener prejuicios hacia este sistema de colaboración comercial es perderse una parte importante del comercio y los servicios. Porque hay cadena de franquicia –muchas: tal vez la mayoría– que merecen, y mucho, la pena.

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